Se acerca El ejército de Dios


Hace seis años, con Venganza de sangre ya terminada, me hallaba sumergido en la planificación de mi siguiente novela. Tenía entre manos una trama de ambiciones cruzadas, un reino olvidado por la historia y unos cuantos personajes de los que se podía sacar mucho, mucho partido. Sin embargo, una picazón cósmica me sobresaltaba de vez en cuando. Había algo más. Algo que se reveló cuando pude retroceder un paso y contemplé en perspectiva el proyecto. La verdad es que me dio un poco de vértigo. Los sucesos que sacudieron nuestra tierra desde mediados del siglo XII son en realidad el comienzo de una epopeya, y esta alcanza su desenlace mucho después del punto y final en La loba de al-Ándalus.

No me seducía la idea de escribir una trilogía. No al menos una al uso, en la que fuera necesario leer cada novela para enfrentarse a la siguiente. Descarté esta opción porque no quería tramas partidas ni personajes a medio evolucionar. Me planteé entonces una serie temática. Libros independientes, con distintos protagonismos y tramas autoconclusivas. Novelas que se movieran a lo largo de ese periodo estremecedor, decisivo y lleno de paralelismos con el actual. Busqué —y encontré— personajes con fuerza, que pudieran servir de vehículo para ir más allá de la historia y reflejar las pasiones humanas. ¿Acaso no esa la función de una novela?


Bien, pues después de La loba de al-Ándalus, aquí llega El ejército de Dios.
Año 1174…






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