Cantar de Altabella en la XIII Alvarada

Hemos estado en la Alvarada, la fiesta medieval que ya desde hace trece años celebra la localidad de Cañete (Cuenca), en honor a uno de sus más ilustres personajes, don Álvaro de Luna.

Dos focos de atención para nosotros. El primero tuvo lugar con un acto literario. Tradicionalmente, autores de la tierra presentan sus obras al público cañetero con ocasión de la fiesta. Esta vez la comisión tuvo la deferencia de invitarme a asistir con mi Venganza de Sangre. Allí coincidí con escritores como Agrimiro Saiz, Juanra de Luz, o Miguel Ángel Badal, entre otros. Este último es el autor de la reciente El señor de Lordemanos, una novela en plena ronda de presentaciones que, a no mucho tardar, pasará por Valencia. Tanto los autores como los organizadores del acto nos hicieron sentir como en casa. A destacar el esfuerzo de los cañeteros en la Alvarada contra viento y marea, y la hospitalidad de Miguel Ángel Romero, del alcalde Antonio Asensio y de la familia de Badal, a los que tengo que añadir los miembros del grupo recreacionista Conca.

El segundo foco fue la entrega del premio al certamen nacional de relato histórico don Álvaro de Luna, que este año he tenido la fortuna de ganar. Con un poco de suerte y tiempo, tal vez vea publicado el relato que mandé al efecto, una historia de amor y guerra durante la reconquista cristiana de Cañete. Se titula Cantar de Altabella, y gracias a él me he traído para casa este nuevo premio, con su diploma acreditativo y, sobre todo, la efigie del noble Álvaro de Luna, que formará a partir de ahora junto a mi celedonio de Hislibris para escoltar los ratos de tecleo histórico.

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